A las 20:30 h del día 24 llegamos al campo base alto (CB) situado a 3.800 m y encontramos el primer gran contratiempo del viaje, el responsable del campo nos informa que somos los primeros alpinistas del planeta en llegar y que la montaña estaba cerrada debido al retraso de la primavera, osea que nadie había subido aun. La situación de la montaña era la siguiente: nieve desde los 3.500 m, sin huella, sin puente para acceder al glaciar que lleva al campo 1 (C1), con todas las grietas tapadas por nieve polvo, sin campo 1 montado, sin cuerdas fijas en el serac y rimaya principal, sin escaleras en las grandes grietas, con numerosos aludes de nieve polvo y granizo, sin guías ni porteadores ni apoyo de caballería para subir el material, ni siquiera el Campo Base estaba terminado (sin baños, sin duchas, etc. Por negligencia o despiste, la agencia (Muztag) no nos aviso de estos detalles para haber retrasado un poco la actividad. Una vez analizada la situación decidimos continuar con la actividad, confiando en la llegada de otras expediciones, e iniciamos de inmediato las actividades de aclimatación en altura. El día 25 realizamos la aproximación hasta el glaciar para valorar el paso del río y realmente encontramos un torrente salvaje que arrastra las rocas como canicas.
El día 29 cae la primera gran tormenta que deja la cota de nieve sobre los 3.300 m, cuando normalmente en estas fechas se encuentra sobre 4.200 m, la situación es bastante critica. El día 30 de junio Laura y yo nos disponemos a buscar un paso alternativo, por el collado del Pico Petroski, subimos todo el valle abriendo huella hasta la altura de 4.695 m, dejando abierta una ruta posible para acceder al Campo 1 (C1) a 4.300 m, alternativa que no fue del agrado del resto de grupos por la dureza del terreno y el gran desnivel a superar. Así que la decisión final fue cruzar el río a pie, a primera hora de la mañana cuando el caudal es menor para lo cual quedamos el Sábado 2 de Julio sobre las 7:00 h para darnos un matinal y fresco remojon.
El panorama era sobrecogedor, una pared de 3.000 m totalmente blanca, sin una huella, sin una mueca, con todas las grietas ocultas por la alfombra blanca, definitivamente, somos los primeros en llegar. Sin dudarlo, el Lunes 4 empezamos a abrir huella en solitario consiguiendo llegar a 4.500 m casi al pie de la gran grieta de la rimaya central. Esto animó al otro grupo y al día siguiente se sumaron dos españoles al trabajo de abrir huella y descubrir grietas para lo cual el primero tiene que ir sondeando con los bastones para detectar los puentes de nieve. Este trabajo tubo la repercusión esperada y el Miércoles el grupo de italianos y un tercero de polacos, recién llegados, colaboraron hasta dejar de huella sobre los 5.000 m, superando la parte más peligrosa y dejando el camino abierto para el campo 2 (C2). Para nuestra desgracia la tormenta de esa noche borró nuevamente la huella y frustró el intento de ascensión previsto para el Jueves.
El mal de altura hace su aparición de manera discreta, por lo que descansamos un día a 5.300 m y el Domingo 10 de Julio intentamos el ataque al campo 3 (C3) a 6.100 m, pero el gran espesor de nieve (por la cintura en algunas zonas) y una fuerte tormenta de nieve nos sorprenden sobre las 10:00 h y nos vemos obligados a montar la tienda y refugiarnos en el collado del Pico Razdelnaja a 5.800 m. Para nuestra desgracia una nueva capa de nieve polvo se adueña del entorno y borra toda la huella y todo el trabajo realizado. Sabemos que la situación es delicada, tanto para subir, como para bajar. Casi veinte horas de ventisca encerrados en la tienda, nos hacen reflexionar sobre el peligro que corremos y decidimos abandonar el proyecto y escapar al C2 por la mañana.
Nuestra situación es algo delicada, no tenemos comida y pasamos el día con té azucarado y suero. No hay más oportunidades, tenemos que atacar la cumbre y descender rápidamente ese mismo día. A las 4:00 h del Martes, todo esta dispuesto, salimos los dos grupos pero una hora después, en plena arista, el guía y los italianos abandonan por miedo al fuerte viento y las bajas temperaturas. Así que el destino nos deja nuevamente solos en la inmensidad blanca de la montaña, sin embargo, nuestra actitud fue clara, a por todas, tenemos ganas y aún quedan fuerzas. El ascenso es largo y zigzagueante entre la cara Este y Oeste de la arista. El viento es intenso y la sensación térmica supera los -20-25 ºC. Conseguimos superar la arista más inclinada y llegar a la meseta situada a 6.500 m. Estamos muy cerca, pero la situación continua agravándose (viento infernal, nieve blanda y un frío polar que hace chasquear los huesos). Atravesamos la meseta hacia la arista cimera, pudiendo contemplar, de forma intermitente, la cumbre en varias ocasiones. Casi se podía tocar.
Cuando llegamos a la tienda, el daño ya estaba hecho, pequeñas quemaduras y congelaciones en cara, nariz y labios. En cuanto amanece descendemos rápidamente al C1 (4.300 m), apenas 30 minutos de descanso y continuamos descenso al Campo Base (3.800 m), con ayuda de nuestro buen amigo Sardor. Durante el descenso nos saludan y felicitan las diferentes expediciones, todos sabían que estábamos arriba y que éramos los primeros de la temporada en abrir la montaña. Por desgracia la agencia local nos recogió tarde del Campo Base haciéndonos perder el vuelo a España e impidiéndome llegar a la boda de mi querido hermano menor Miguel Ángel que se casaba el Sábado 16 de Julio “lo siento de corazón Miguel”. Otro vuelo alternativo y 19 horas de viaje me permitieron pasar la noche con el, mientras Laura se queda unos días en Madrid recuperándose. PATROCINA: COLABORAN:
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