El domingo 24 de abril salimos camino de Madrid donde nos espera el resto del grupo. El día siguiente, volamos a Estambul, adonde llegamos con la puesta de sol. Los característicos minaretes de las mezquitas otomanas nos indican que estamos ante las puertas de Oriente. Poco tiempo tenemos para disfrutar de esta hermosa ciudad, mañana nos espera otro madrugón, todavía tenemos que atravesar este país. A la mañana siguiente, tras unas 2 horas de vuelo, aterrizamos en Van donde llueve copiosamente. Desgraciadamente, el mal tiempo en el noreste turco va a ser una de las tónicas habituales durante esta expedición. Nos “enlatamos” en una furgona y salimos sin demoras para Dogubayazit. Es un trayecto largo, 175 Km, de unas 3 horas, por aceptables carreteras. Tenemos que detenernos en un par de controles militares, no hay que olvidar que estamos en el Kurdistán turco y que esta es una zona conflictiva que exige un visado especial para su visita. La lluvia continua cayendo de manera incesante durante todo el día. El paisaje va haciéndose más interesante a medida que vamos ganando altura y nos vamos introduciendo en un entorno cada vez más montañoso, con bravos ríos y montañas cubiertas de nieve a ambos lados. La frontera iraní queda a nuestra derecha, muy cercana a la carretera. Tras un puerto de montaña de 2.600 metros, la carretera desciende hacia el altiplano donde se ubica Dogubayazit, a unos 1.600 m de altitud. Tras instalarnos en nuestro hotel nos vamos de visita turística al Palacio de Ishak Pasa, unos bonitos restos arquitectónicos del siglo XVII. LA MONTAÑA
Vuelve a amanecer muy variable, nuboso y con mucho viento. Hoy toca alcanzar nuestro Campo de Altura que situaremos a unos 3.800 metros. La ruta es muy evidente desde el CB. Se inicia por un largo y poco inclinado corredor de nieve flanqueado por unas lomas rocosas, que acaba ensanchándose hasta formar una amplia pala de mayor pendiente por la que se sube prácticamente directo hasta el Campo de Altura. Va a ser una muy dura prueba para los que vamos a pata, ya que la nieve recién caída está muy blanda. A mitad de la ascensión se mete una densa niebla que afortunadamente acaba abriendo un poco, pero llegamos al Campo de Altura (3.780 m) envueltos en el mal tiempo. Hay solamente una tienda con dos austriacos. Todavía nos queda trabajo: hay que hacer las plataformas para nuestras 5 tiendas. Pronto comienza a nevar. Nos toca una larga tarde de espera en el interior de las tiendas con malas vibraciones por la persistencia del mal tiempo.
La ascensión consiste en sus dos primeros tercios en dos grandes palas de nieve, separadas a unos 4.100 m por un brusco cambio de pendiente. Este punto de inflexión se supera por sus flancos laterales. Nosotros optamos por un corto corredor situado a nuestra izquierda (Oeste) que obliga a los esquiadores a echarse las tablas a la espalda. A partir de aquí se continua por la segunda gran pala de nieve, algo más inclinada que la primera. Hay que ir escorándose a la derecha (Este) y a los 4.500 m, protegidos bajo un gran bolo (hay un poste metálico), se dejan los esquís, se calzan los crampones y se continua ascendiendo entre grandes bloques de basalto blanqueados por la ventisca, hasta alcanzar la arista cimera. Desde allí se empieza una larga travesía a la derecha (Este) hasta la cima principal. A partir de los 4.500 m pierdo contacto visual con el resto del grupo. El viento empieza a arreciar y la zona de cumbre se empieza a cubrir por espesas nubes. El frío me deja muy doloridas las manos mientras me pongo los crampones y, aunque coincido con un grupo de esquiadores italianos que me han alcanzado en la subida, pronto tengo claro que la ascensión ha terminado para mí. Ya de vuelta en el Campo de Altura me congratulo de que el resto del grupo haya conseguido la anhelada cima en unas muy duras condiciones, con fuertes vientos cercanos a los 100 Km/h y escasa visibilidad. Son los únicos que lo consiguen, la montaña está poco generosa y a unos 5.000 m, echa para atrás al grupo de italianos que venía por detrás. Una vez reagrupados, queda la tarea de desmontar el Campo de Altura e iniciar un rápido descenso al CB donde nos esperan los muleros. En el CB, reorganización de petates, rápida comida y otros 1.000 metros de desnivel más de descenso hasta donde nos espera la furgona. Desde allí, largo viaje de vuelta hasta Van, donde sobre las 1:30 acaba este maratoniano día.
Nuestro ultimo día en Turquía lo dedicamos a una rápida visita turística por la bonita ciudad de Estambul. Para nuestra decepción, el Gran Bazar está cerrado los domingos. Aun así hay mucho que ver y poco tiempo para ello. Nos deslumbramos con la belleza de la Mezquita Azul con sus seis minaretes (merece la pena pagar las 30 nuevas liras turcas por grupo de la visita guiada). Me despido como es debido, con un baño turco, masaje incluido en el Hamán Público de Cemberlitas que data nada menos que de 1.584. Casualmente, casi todo el grupo coincide en este peculiar sitio. Aunque el masaje no es gran cosa, resulta una despedida apropiada de este país. Esta vez la montaña no me ha dejado subir, pero no importa. Interiormente recito los versos de Kavafis con los que abro este artículo...¡El Ararat me ha regalado un hermoso viaje!
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